Posiblemente tengamos suerte y la gente se interese por nuestro trabajo o posiblemente no. Es necesario tener como objetivo convencernos a nosotros mismos y reafirmar nuestra vida, aferrarnos a ella a través de lo que hacemos.
¿Vale la pena moldearse al gusto del público y matar el nervio de la originalidad? No lo sé, me imagino que actualmente la anestesia del aplauso dura mucho menos que antes.
Quizá todo se resuma en ser fuerte, perseverante y resistir los embates del desencanto, el escepticismo y la mediocridad… todo eso que se esconde agazapado detrás del ego.
Estamos en una sociedad que exige una estatura media, una vida media, un talento medio, requisitos que nos explican las razones por las cuales la popularidad de un artista, hoy en día, no signifique realmente algo importante.